Un equipo de investigadores ha comprobado la eficacia de una estrategia para evitar que las tareas pendientes sigan atormentándote en tu tiempo libre. Aseguran que tenemos la capacidad de desconectar las alertas que el cerebro continúa emitiendo, solo hay que encontrar la forma de pulsar el botón de apagar.
El síndrome ‘burnout’ o del trabajador quemado se utilizó por primera vez en 1969 para denominar a las consecuencias de sufrir un estrés laboral continuado, como el agotamiento o la desmotivación. Inmersos en el frenético ritmo de vida actual, este tipo de efectos se acentúan: si el trabajo no ocupa la mayor parte de tu tiempo considérate un afortunado.
Otro efecto secundario de esta situación es que las preocupaciones laborales no se quedan en la oficina: se instalan en la mente y se van a casa con cada empleado. Allí se mantienen día tras día, incluso en el tiempo libre, ya sea una tarde, un fin de semana o unas extensas vacaciones.
No tienes que ir al trabajo, pero el trabajo viene a ti. Tareas pendientes y próximas entregas −acabas de irte y ya estás pensando en todo lo que tienes que hacer a la vuelta− no te dejan desconectar pese a estar teóricamente liberado de las cargas.
Puede que ya tengas tu propia estrategia para deshacerte de estos molestos pensamientos pero, por si no es así, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Ball ha pensado en un método la mar de sencillo cuyo principal ingrediente se llama – quizá te suene − organización.
No solo le han dado al coco y se han apuntado la teoría, sino que lo han probado en trabajadores reales y han publicado los resultados de su estudio en ‘Journal of Organizational and Occupational Psychology’.
Los datos son los siguientes: los participantes en su investigación (103 empleados) rellenaron un cuestionario donde especificaron 1.127 objetivos laborales. La mayoría de ellos afirmaban estar preocupados por las tareas que no habían terminado, lo que suponía un impedimento a la hora de disfrutar de su tiempo libre.
Según Brandom Smit, principal autor del estudio, este cuadro se daba sobre todo cuando el trabajo jugaba un papel fundamental en la vida de las personas. Sin embargo, sean cuales sean las circunstancias, “tenemos la capacidad para apagar, o al menos bajar el volumen de las señales de alerta que nuestro cerebro continúa mandándonos”, según sostiene.
Para acallar la voz de tu mente, Smit y sus colegas sugieren que cojas lápiz y papel al final de la jornada laboral y planifiques al detalle dónde, cuándo y cómo vas a terminar las tareas pendientes y objetivos inconclusos que pueden atormentarte después. Así, ayudas al cerebro a pasar del modo trabajo al modo relax.
En su ensayo pidieron a un grupo de voluntarios que escribieran diariamente a mano esta planificación, mientras que el resto podían seguir con sus costumbres. Los primeros consiguieron desconectar del trabajo mucho mejor que los segundos.
En un reciente metaanálisis la Academia Americana de Neurología ha comprobado que los trabajadores con empleos más estresantes tienen mayor riesgo de sufrir un accidente cardiovascular. La organización advierte que, además de la presión y la incertidumbre, hay otros factores: los empleos exigentes, muchas veces, llevan a adoptar malos hábitos alimenticios, tabaquismo, alcoholismo o falta de ejercicio.
La estrategia que sugieren los investigadores de la Universidad de Ball no va a solucionarte la vida, pero puede ayudarte a dejar en el trabajo los asuntos laborales y disfrutar del tiempo libre.
Fuente: Cienciaxplora.com
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